La afectación del ruido sobre las personas.

como es bien sabido la exposición a una presión acústica por encima de determinados umbrales puede llegar a generar efectos muy negativos sobre el organismo humano, no solo causando alteraciones del sistema auditivo, sino también del sistema nervioso, causando a veces situaciones de un alto riesgo para la salud, como son aquellas derivadas de un alto nivel de fatiga y estrés (J M. Seguí et al, 2004). A estos problemas sobre la salud hay que añadir aquellos puramente sociales, ya que altos niveles de presión acústica también pueden provocar perturbaciones en la comunicación, la vida privada y las relaciones sociales en general.

Siendo plenamente conocedor de esta problemática, el principal organismo regulador de temas de salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS), estableció en 1999 los niveles de ruido y efecto para la salud (figura 1), que, del mismo modo que el resto de instituciones, estudios y otros escritos, tomaremos como valores guía a lo largo de nuestro análisis.

A parte de establecer dichos niveles, la OMS también elaboro unas recomendaciones orientativas sobre los límites máximos aceptables para la salud, estableciendo el límite de 50 dBA diurnos y 30 dBA nocturnos ambos dentro de las viviendas, no obstante, tal y como veremos a lo largo del texto, el aterrizaje y el despegue de los aviones más silenciosos ejercen una presión sonora superior a los 100 dB, expandiendo tal presión a lo largo de kilómetros siguiendo sus rutas más cercanas al aeropuerto.

A continuación, y a modo de simplificación de los efectos localizados por Ruidos.org, un sitio web dedicado a la lucha contra la contaminación acústica, se presentan los principales efectos derivados.
En primer lugar, nos encontramos con los síntomas básicos de malestar general, el cual puede causar interferencias tanto en actividades en curso como en reposo. En general, el malestar puede conllevar todo un seguido de consecuencias como la intranquilidad, la inquietud, el desasosiego, la depresión, el desamparo, la ansiedad o incluso la rabia. Las fuentes de estos malestares pueden ser varias y muy numerosas, como por ejemplo la cada vez más habitual convivencia con locales nocturnos o con lugares de concentración de automóviles modificados.
Otro efecto no deseado también muy común y muy relacionado con el anterior, ya que las fuentes pueden ser perfectamente las mismas, es la interferencia en la comunicación, además de la perdida de atención, de concentración y de rendimiento. Destacar en relación con este último la fuerte incidencia que pueden tener los aeropuertos y los aviones en general, ya que la situación cercana de una escuela a un aeropuerto puede incidir muy negativamente en el aprendizaje de los alumnos, así como en el malestar de todos los trabajadores, y como veremos mas adelante a partir del análisis de los mapas de ruido de los aeropuertos de el Prat y Barajas, el número de escuelas afectadas es muy elevado en ambos casos.
Por supuesto, otro efecto muy negativo es la perdida de sueño, la cual puede acarrear todas las consecuencias antes citadas además de muchas otras como el aumento de la presión arterial y el ritmo cardíaco, vasoconstricciones y cambios en la respiración.
Por último, y como máximo nivel perjudicial debido a la expuesta de grandes ruidos están los daños causados al oído, como la fatiga auditiva, la perdida parcial auditiva o la sordera permanente en casos muy exagerados. Esta última puede ir acompañada de zumbidos de oído y de trastornos del equilibrio.